CONCLUSIÓN
La falta de
conciencia por parte de los consumidores es la principal causa de que hoy en
día la peletería siga existiendo. Aunado a esto, la suma insensibilidad por
parte de quienes se dedican a esta actividad, la convierten en un negocio de
crueldad y violación a los derechos de los animales.
La crueldad
hacia el trato de los animales en una granja peletera es algo difícil de pasar
por alto. Es el estruendo que produce la locura y la desesperanza de quienes se
saben encaminados a la muerte. Seres indefensos e incapaces de defenderse que
requieren que nosotros, quienes nos decimos ser la “raza superior”, expongamos
su terrible situación y presionemos para poner un alto a tales actos de
crueldad.
La naturaleza
le dio la piel al animal para que viviese con ella, lo mismo que nosotros
vivimos con la nuestra. Hoy por hoy no es necesario el uso de estas prendas
debido a que las condiciones más adversas pueden ser combatidas con otro tipo
de tejidos. Por lo tanto, debemos invitar a la reflexión de que ningún animal
debe ser criado y matado por motivos estéticos. La belleza no se puede
correlacionar con la crueldad y la ostentación; y jamás una piel podrá otorgar
estatus a nadie si la persona no se crea su propio lugar en el mundo y en la
sociedad.
No
usar pieles es participar de una ecología que respeta y vive en armonía con quienes
comparten con el humano la misma capacidad de sentir y por tanto sufrir, los
animales.
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